Como se hacen las Campanas

Una campana es un dispositivo simple que emite un sonido.

Es un instrumento musical de percusión y un idiófono, su forma es de copa invertida y ahuecada que resuena acústicamente y vibra al ser golpeada. El implemento utilizado para su funcionamiento generalmente va suspendido dentro de la propia campana, es vertical y se le conoce con el nombre de badajo, compuesto de una vara llamada caña y terminado en una bola que es la que golpea al instrumento, también puede utilizarse para su funcionamiento un mazo o un electromartillo, o en pequeñas campanas una pequeña esfera suelta encerrada dentro del cuerpo de la misma.






Ya conocidas de los pueblos egipcios y asiáticos en forma de campanillas y usadas también por los griegos y los romanos, fueron adoptadas por la Iglesia católica para convocar a los fieles por lo menos desde el siglo V. Los romanos les dieron el nombre de tintinábula y los cristianos las llamaron signum porque servían para señalar o avisar la hora de las reuniones. Pero ya en el siglo VII, si no antes, se llamaban campanas, como consta por escritores de la época. En aquellos primeros siglos, debieron ser las campanas de reducido tamaño, según parece por las que han llegado hasta nosotros y por ciertas referencias de los historiadores. Pero fueron aumentando de tamaño sucesivamente hasta que en el siglo XIII se fundieron de grandes dimensiones, verdaderamente colosales desde el siglo XVI. La materia prima de las campanas ha sido casi siempre el bronce, aunque admitiendo diferentes aleaciones según las épocas y las naciones.

Como se hacen los Globos


A menudo usado como juguete para los niños. También sirven de decoración en cumpleaños y otras fiestas juveniles. Los globos también constituyen un buen soporte publicitario, al poder serigrafiarse en varios colores, sirviendo de conmemoración o recordatorio de eventos o marcas comerciales.


La Montaña

El fotógrafo sueco Terje Sørgjerd se subió a el Teide, la montaña más alta de España (3,718 m), uno de los mejores lugares del mundo para observar a las estrellas, y esto captó su cámara, con un resultado espectacular.

Electrónica flexible hasta un 50 % más duro que el acero


El disulfuro de molibdeno es un material parecido al grafito, muy abundante en la Tierra y que se ha revelado como una de las claves del futuro de la electrónica flexible, al presentar mejores rendimientos que los semiconductores orgánicos utilizados hasta el momento. Ahora un grupo de investigación español y holandés ha estudiado las propiedades mecánicas de este material en un trabajo pionero publicado en la revista Advanced Materials.
Para estudiar este prometedor material los científicos de la Universidad Autónoma de Madrid y la Universidad Tecnológica de Delft (Países Bajos) crearon láminas hasta cien mil veces más delgadas que un folio de papel y estudiaron su comportamiento con un microscopio de fuerzas atómicas. Con él consiguieron determinar la fuerza necesaria para deformar la membrana y romperla. Según el trabajo de los científicos, las nanoláminas de disulfuro de molibdeno son hasta un 50 por ciento más duras que el acero con la peculiaridad de que son "sorprendentemente flexibles".
Estas propiedades abren un mundo de posibilidades para la electrónica del futuro, pues utilizando plásticos como sustratos, capas ultrafinas de compuestos como el disulfuro de molibdeno o el grafeno pueden actuar mejor que los semiconductores actuales. Además, como indican desde la Universidad Autónoma, sus aplicaciones no solo se limitan a envases y revistas con pantallas flexibles, sino que también podría utilizarse para crear sensores versátiles como por ejemplo para controlar los daños estructurales de un edificio o adheridos a la ropa para monitorizar pacientes.
El disulfuro de molibdeno proviene de la molibdenita , un mineral muy abundante similar al grafito tanto en apariencia como en tacto, que se produce en depósitos minerales hidrotermales de alta temperatura.

Crean un material más ligero que el aluminio inspirado en insectos

Investigadores del Instituto Wyss de Ingeniería Bioinspirada de la Universidad de Harvard (EE UU) han desarrollado un nuevo material que imita la fuerza, dureza y versatilidad de la cutícula de los insectos. Lo han bautizado como Shrlik y, además de ser biodegradable y biocompatible, tiene un bajo coste. Los científicos auguran que podría reemplazar a los plásticos en muchos productos de consumo y ser utilizado en aplicaciones médicas.

La cutícula natural de los insectos, como la que forma el exoesqueleto rígido de un saltamontes, es ligera y delgada, y está destinada a proteger al animal de agresiones externas sin añadir peso ni volumen, para que el vuelo y otras actividades no se vean perjudicadas. Además puede ser rígida en algunas zonas del cuerpo, como el abdomen y el tórax, y elástica en las articulaciones.

En cuanto a su composición, la cutícula de los insectos es un material compuesto formado por capas de quitina, un polímero polisacárido y proteínas organizadas en una estructura laminar parecida a la madera. Recreando esta estructura en el laboratorio, Javier G. Fernandez y sus colegas han creado una fina película similar en fuerza y dureza a una aleación de aluminio pero con la mitad de peso. Además de ser biodegradable, es fácil de moldear, por ejemplo para formar tubos. Según sugieren los investigadores en el último número de la revista Advanced Materials,
podría usarse en un futuro no muy lejano para fabricar bolsas, pañales y envoltorios.

Un material inteligente que se autorrepara


Un equipo de la Escuela Jacobs de Ingeniería de la Universidad de California en San Diego (EE UU) ha desarrollado un hidrogel que se adhiere en cuestión de segundos, con la misma facilidad que el velcro, y que podría tener numerosas aplicaciones en el campo de la medicina para sellar heridas, así como en ingeniería.

Los hidrogeles son cadenas entrelazadas de polímeros que forman un material gelatinoso y flexible similar al de los tejidos blandos. El equipo, dirigido por Shyni Varghese, ha desarrollado un material cuyas moléculas se unen como los dedos de una mano. "La autocuración es una de las propiedades fundamentales de los tejidos vivos que les permite sobreponerse al daño continuado", explica Varghese, que añade que es la primera vez que se consigue desarrollar un material sintético que se autorrepara.

El gel funciona especialmente bien en un ambiente ácido similar al del estómago, lo que lo convierte en el adhesivo idóneo para tratar perforaciones en la pared del estómago o para la liberación controlada de fármacos en las úlceras gástricas, según explican los autores en la revista
PNAS. No obstante, los investigadores esperan aplicarlo también en suturas y cicatrización de heridas.
 
Por otro lado, el nuevo material podría ser útil en ingeniería, ya que la autorreparación de roturas podría ayudar a reducir los residuos industriales y de productos de consumo. Además, la rapidez de la autorreparación que ha demostrado el hidrogel lo convierte en un prometedor candidato para sellar las fugas de los recipientes que contengan ácidos corrosivos.


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Felix Baumgartner protagoniza la caída libre de mayor altura y rompe la barrera del sonido


El deportista austríaco Felix Baumgartner ganó el 14 de octubre, un lugar en los libros de Historia tras convertirse en el primer ser humano en romper la velocidad del sonido en caída libre.
 Después de volar hasta la estratosfera, a una altura de 39.045 metros, a bordo de una cápsula espacial impulsada por un globo aerostático lleno de helio, Baumgartner saltó hacia la superficie terrestre, alcanzando en el descenso una velocidad máxima de 1.342,8 kilómetros por hora, y aterrizó a salvo en el desierto de Nuevo México después de 4 minutos y 20 segundos de caída libre. Millones de personas de todo el mundo presenciaron su hazaña, que llevó a cabo enfundado en un traje presurizado, con el fin de protegerse de las temperaturas de hasta 70 grados bajo cero que se registran en la estratosfera, la capa de la atmósfera terrestre que se extiende entre los 10 y los 50 km de altitud aproximadamente, en la que se sitúa la capa de ozono.

El aventurero austríaco, que se preparo desde hace cinco años para esta misión, puede presumir de haber roto simultáneamente tres récords: ser el primero en superar la velocidad del sonido sin ayuda mecánica, realizar el salto con paracaídas desde más altura y ascender en globo al punto más alejado de tierra firme.